lunes, 19 de septiembre de 2011

La carta que jamás recibirás.

No se si alguna vez llegarás a leer esto, simplemente es algo que hace varias semanas debería haberte entregado cara a cara, o eso pretendía hacer, hasta que tú te empeñaste en estropearlo todo y no volver a dar señales de vida:
De nuevo me encuentro delante de un folio intentando escribirte algo. No sé porqué, pero me quedo bloqueada. Hace tiempo que no soy capaz de escribir absolutamente nada... por el simple hecho de que no sé ni por donde empezar. Si no estoy triste, es como si no me sintiera inspirada, cosa que demuestra que no soy tan buena escribiendo como creía. Es fácil escribir cuando estoy enfadada, y más fácil aún si estoy enfadada contigo... cuando estoy triste o te echo de menos, me es tan sencillo como dejar que los dedos de mi mano se muevan solos, casi ni pienso lo que voy escribiendo. ¿Por qué no me ocurre lo mismo cuando me siento feliz? ¿Por qué no soy capaz de escribir nada, si la razón de que sea feliz también eres tú? Ya que he empezado, tendré que intentarlo al menos... aunque tal vez la razón sea que pretendo ponerte tantas cosas en esta carta que no sé ni por donde empezar... podría decirte lo que se dice en estas ocasiones, y lo que te he dicho otras veces... que te voy a echar de menos, que te cuides, que te quiero... pero todo eso ya lo sabes. Más bien lo que intento es buscar una manera con la cual pueda entenderlo incluso yo misma. Aunque eso tampoco soy capaz de expresarlo muy bien. Tal vez eso te toque algún día explicármelo tú a mí... seamos sinceros... no siempre eres detallista, ni eres la persona más romántica del mundo... pero por alguna extraña razón te necesito. Es como cuando piensas "sé que es la persona que necesito, no tengo que buscar más". Pues eso me pasa a mí contigo. Sí, podremos reñir muchas veces, podré decirte barbaridades cuando me enfado contigo, pero jamás sería capaz de estar con otra persona que no seas tú, con tus fallos, pero también con tus cosas buenas, entre otras, esa maravillosa sonrisa que hace que ponga cara de tonta y no sepa ni de qué hablarte.
Y dicho todo esto, no está de más que te recuerde que sí, que te echaré de menos, que te quiero... que vuelvo a lo mismo de hace unos meses... a querer verte y saber que no me queda otra que esperar, a llevar la cuenta de los días que quedan para que vuelvas, a de repente apetecerme darte un abrazo y no poder. A salir y tener que pedirme un taxi, porque no estás tú para llevarme a casa enfadado y a regañadientes. A ver una pareja agarrada de la mano por la calle y pensar que nosotros nunca vamos así. Ver como amigos que están juntos hacen planes para verse después de clase y pensar que es imposible que alguna vez nosotros estemos así. Y cuando hablo de esto con la gente, observar como me miran con cara de pena, pero ¿sabes?, ellos jamás sabrán lo que es estar deseando llegar a casa y saber de ti. Leer un simple mensaje tuyo y que me de alegría suficiente para aguantar un día más. Estar contenta planificando que me pondré la próxima vez que te vea, y por todo ello sé que estoy dispuesta a luchar porque esto salga bien. No te negaré que cada vez que coges un maldito autobús, me invade un miedo enorme... miedo a que encuentres a otra persona a la que quieras más que a mí, a que te canses de tener un recolguín en la distancia...
Solamente te pido que pongamos de nuestra parte los dos para que este año por fin consigamos que salga bien... y que seas siempre sincero con lo que sientes.
Yo mientras, intentaré desdibujar kilometros.

martes, 13 de septiembre de 2011

Pensaba que dolería más. No pesa tanto tu ausencia; pesan más los recuerdos que has dejado.
Ojalá eso también pudieras llevártelo lejos, contigo.
No se echan tanto de menos los momentos íntimos. Se echan más los públicos. Una simple caricia, un beso de despedida, una broma, una sonrisa, una canción.
Un momento. Los recuerdos de nuevo. Apago la luz para ver si así la oscuridad me da una tregua. Fracaso. Mis miedos se han convertido en las sombras que me acompañan
cada noche. Esos mismos miedos que se cumplieron sin excepción. Has dejado un vacío difícil de llenar.
Me debes demasiados abrazos.